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Chauuuu.
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Peter.
A pesar de mis esfuerzos por no hacerlo, seguí mirando con fijeza. Yo estaba sentado en el borde de lo que Lali llamaba mostrador, observándola mientras ella se abría camino por la cocina en un ligero vestido amarillo claro aferrándose a sus curvas en los lugares correctos.
Ella estaba preparando su desayuno: dos trozos de pan que metió en un artilugio llamado tostador. Consiguió un frasco de mermelada de frutilla y un trozo de mantequilla del “refrigerador de dos puertas”, que al parecer era un armario para refrigerar la comida.
Cuando empezó a untar mantequilla sobre un trozo de pan tostado, sus ojos verde esmeralda se alzaron para encontrarse con los míos. Dejó lo que estaba haciendo y se me quedó mirando por un par de segundos.
Encontré inquietante que me mirara de esa manera. Ni siquiera podía entender la razón. Es so lo una chica, Lanzani. ¿Cuándo has estado tan exaltado por una chica?
—¿Qué? —le pregunté.
—Gracias… por rescatarme esta mañana. Estaba muy segura de que nada detendría a los guardias de convertirme en su desayuno.
No respondí. Ella era mi responsabilidad. Era mi deber velar por su seguridad.
—Lamento que hayas sido tomada de la vida del exterior. Entiendo cómo todo esto puede ser… traumático —dije.
Ella se concentró en prepararse el desayuno, aunque sus largas pestañas revolotearon ante mi disculpa.
Luego de un momento, ella habló.
—No sé cómo dejar esto lo bastante claro. Sin importar lo que pienses, no soy tuya , Peter.
Les dijiste a los guardias que soy tuya. No lo soy.
Admiré su audacia. Me estaba hablando como un igual, sin nunca detenerse a pensar en lo que decía y sin embargo se las arreglaba para llevarlo a cabo con una gracia femenina que encontré encantadora y bastante chocante. Debatí conmigo mismo si debía encarar sus afirmaciones. Hasta donde todos en la Sombra de Sangre sabían, ella era mía. Era la simple verdad y sin importar cómo a ella le gustaría creer lo contrario, seguía siendo cierto. Suspiré y lo dejé pasar. Déjala creer lo que quiera.
—Nunca es de mañana aquí. ¿A qué se debe? —Quizás se dio cuenta de que no iba a conseguir una respuesta de mí con respecto a sus afirmaciones de que yo no era su dueño, cuando en realidad yo lo era.
—El hechizo de una bruja mantiene la luz del sol lejos. —Miré al exterior por la ventana—.
Aquí en la Sombra de Sangre, la noche dura para siempre. No he visto la luz del sol en quinientos años.
Cuando la miré, me sorprendió la manera en que me estaba mirando. Se sintió como si estuviera viendo a través de mí, estudiándome.
—¿Tienes quinientos años? —preguntó tras una pausa, aparentemente satisfecha por lo que vio en mí.
Negué con la cabeza.
—Tengo dieciocho. Siempre tendré dieciocho.
—Esa es la edad que tenías cuando… ¿te convertiste?
Asentí.
—¿Quién te convirtió?
Nervioso por el aluvión de preguntas, desenterrando recuerdos no deseados, me levanté del mostrador y la miré directamente a los ojos.
—Vamos a tomar el desayuno ahora, ¿bien? —dije, abruptamente.
Me sentí aliviado de que ella no fisgoneara más lejos. Levantó su plato y se dirigió conmigo a la zona del comedor. Una sonrisa se formó en mis labios cuando encontré un vaso de sangre ya esperándome en la mesa.
Ella se lo quedó mirando incluso mientras tomaba asiento.
Me encontré divertido por la expresión de su cara mientras me sentaba en la mesa frente a ella, tomando un sorbo del vaso.
Lali observó, sus ojos como platos con una mezcla de fascinación y horror.
—Nunca me acostumbraré a esto —murmuró ella.
—¿Acostumbrarte a qué? —preguntó una profunda voz de barítono desde una esquina de la sala.
Sus ojos se lanzaron hacia la dirección de la voz, pero no tuve la necesidad de mirar para saber quién era.
—Benjamin —dije, inexpresivamente.
—Mataste a un vampiro, un guardia. —Benjamin miró a Lali con curiosidad—. Por ella.
—Has escuchado.
—Chillón ha estado gritando toda la mañana sobre ello. —Benjamin tomó asiento junto a Lali.
No se necesitaba de mucha percepción para ver que ella estaba incómoda cerca de él. Me pregunté la razón. Conociendo a mi hermano, no me habría sorprendido descubrir que intentó hacer algo con ella.
Benjamin puso sus ojos en ella mientras apoyaba un brazo sobre el respaldo de su silla.
—Entonces, ¿qué hace a Lali, tan impresionante como para valer la vida de uno de los nuestros, Peter?
—Ella es mía —repetí, dándole a Lali una mirada intencionada—. El guardia la agredió, saboreó su sangre. Se lo merecía.
La ceja izquierda de mi hermano se levantó ante la mención del guardia habiendo saboreado la sangre de Lali. Estaba seguro por la expresión en su rostro que no estaba emocionado por la noticia. La reacción atrajo mi curiosidad. ¿Él quiere a Lali?
—Veo cómo eso pudo haber sido un problema. Esta tiene algo que hace que los vampiros la anhelen. —La mirada de Benjamin viajó de su cara a su cuerpo—. El patético perdedor no habría sido capaz de resistirse.
La lujuria fue inconfundible. Prácticamente la estaba desnudando con los ojos y me di cuenta que Lali lo sentía basado en cómo se quedó sentada tensa e inmóvil.
Quise derribar a mi hermano al suelo, pero estaba seguro de que eso solo serviría para ganar la ira de Lali.
—¿Por qué estás aquí, Benjamin?
Eso efectivamente devolvió su atención bruscamente hacia mí.
—Por mucho que me gustaría decir que echaba de menos tenerte aquí, hermanito, en serio
no. —Suspiró—. Candela pidió que nos encontremos. No hay mejor momento que hoy para dejarte saber contra lo que te enfrentas ahora que estás despierto.
—¿Contra qué exactamente me enfrento? —Levanté una ceja, echándome hacia atrás en mi asiento mientras tomaba otro sorbo de mi vaso de sangre—. ¿Y dónde está Candela?
—Ocupada haciendo solo el cielo sabe qué. —Benjamin agarró algo de su bolsillo y lo lanzó en mi dirección.
Lo atrapé y me lo quedé mirando. Parecía como una especie de pizarra de metal. Para qué servía, no tenía idea.
—¿Qué es esto?
—Es un celular. Lo usas para llamar a las personas, enviarles mensajes. Un dispositivo de
comunicación. —Una vez más puso sus ojos en Lali—. Estoy seguro de que tu encantadora adolescente es perfectamente capaz de enseñarte cómo usarlo.
Rozó el dorso de su mano contra la mandíbula de Lali y ella instintivamente se alejó de su toque. Por supuesto, eso divirtió a Benjamin. En el momento en que vi esto, una inconfundible furia hirvió dentro de mí. Intenté controlar mi temperamento.
—Apreciaría que no la toques. Como he dejado claro esta mañana, no me gusta cuando otros hombres se meten con lo que es mío. —Hubo un tono cortante en mi voz, uno con el que sabía que mi hermano estaba familiarizado.
La expresión divertida en la cara de Benjamin desapareció y la atmósfera inmediatamente se tensó.
—Y si continúo tomándome libertades con ella, ¿qué harás exactamente, Peter? ¿Realmente irías contra tu propio hermano por el bien de ella?
Supe a lo que él estaba jugando, probando mis lealtades, pero sabía cómo jugar este juego.
Quería creer que éramos caballeros después de todo.
—Dame esta cortesía, Benjamin. No sé por qué, pero estoy atraído por ella. Considéralo tu regalo para mí.
Benjamin retrocedió.
—Es apropiado supongo. Después de todo, fui yo quien la encontró. —Le dio una última mirada a Lali y quitó su brazo del asiento de ella. Centró su atención directamente en mí—.
¿Y exactamente qué planeas hacer con mi regalo?
Miré a Lali y supe por la manera en que me estaba contemplando que ella también quería saber la respuesta a esa pregunta.
—Espero que me enseñe lo que me perdí durante mi sueño. Es de gran valor para mí en ese aspecto. También planeo llevarla a la Fortaleza Carmesí para entrenarla en lucha.
—¡¿Qué?! —No fue solamente Benjamin el que reaccionó, sino también Candela, que acababa de entrar en la sala. Al parecer, se sentían muy libres de entrar en mis habitaciones cuando quisieran.
Candela miró a Lali con cautela cuando tomó asiento a mi lado.
—¿Por qué la entrenarías para luchar? Es una esclava, Peter. No tiene sentido.
—Pretendo conservarla por mucho tiempo. Si va a quedarse conmigo, necesita saber cómo defenderse.
—¿Cómo puedes confiar en que no lo use en tu contra? —lanzó Benjamin.
—No lo hará. Puedo confiar en ella. —La miré enfáticamente—. ¿Puedo Lali?
Fue más una afirmación que una pregunta. Ella lo pensó por un momento y aunque supe que ninguno de mis hermanos estaba convencido de que ella estaba diciendo la verdad, yo le creí completamente cuando dijo:
—Puedes.
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ResponderEliminarayer me quede despierta, pero supuse que tu te habías dormido!! =D
ResponderEliminaramo que este celoso o sea posesivo-consecuencias de leer 50 sombras-
espero el otro bobita! :)