sábado, 21 de diciembre de 2013

A Shade of Vampire: Capitulo 30.

¡Holas! c: bueno primero que nada, este capitulo lo van a amar, YO LO AME, aparece un rubio, al que todas amamos *-* siiiiiiiiii, pero hay algo :c este es el ultimo del maratón :c buenooo, y también falta poco para que termine, solo faltan algunos caps :c, pero buano, vienen otras INCREIBLES NOVES que van a amar muchos mas! asique dejo de hablar y las dejo con el ultimo cap del maratón.

A Shade of Vampire: Capitulo 29.

¡Holas! aca el dos, Ro, querida ¡Es una saga! obvio que no termina aca, si no ahora es que faaaalta mucho, solo que los otros libros no han salido :c pero cuando salgan yo sere la primera en descargarlo c; besos.

A Shade of Vampire: Capitulo 28

¡Holas! primero que nada, casi, casi terminamos, y bueh, hagamos un maratón de 3 caps ok?

jueves, 19 de diciembre de 2013

A Shade of Vampire: Capitulo 27

¡HOLAS! ¿Qué pasa si les digo que ya casi termina? c: lo se, soy realmente mala por decírselo pero no quería sorprenderlas, asique me tienen que agradecer.

viernes, 13 de diciembre de 2013

A Shade of Vampire: Capitulo 26.

¡Holas! c: solo las dejo con el cap, no hablare, y conrrespecto a lo de la sorpresa... lo sabran pronto c; besos.

¡Agradézcanle a Rochi!

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Pasense por: noveladelosteenangels.blogspot.com

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Mariana.


Emilia se tomó su tiempo conmigo. Trató de hacerme sentir cómoda, dándome un poco de agua, lo cual aprecié de verdad, considerando la forma en que el sabor de la sangre de Peter seguía fresca en mi boca. Tuvo mucho cuidado en asegurarse de que yo quería hacer lo que ella me había pedido nunca obligándome u ordenándome o imponiéndome, estaba segura que eso era exactamente lo que hubiese hecho Peter si hubiese quedado bajo su cuidado. Me dio ropa limpia para usar. Estaba tan aliviada de que me pasara unos jeans ajustados y una adorable blusa blanca. Era agradable ver algo que usaría en la vida normal, en vez de los vestidos y faldas que me ofrecieron en el Pabellón. Oh, eran lindos y femeninos, pero se sentía como si la única razón por la que tenía que usarlos era para que los vampiros pudiesen tener un mejor acceso a mi cuerpo, eso era exactamente lo que Benjamin entendía.

Me puse los jeans sabiendo lo irracional que era el camino que estaban tomando mis pensamientos. En primer lugar no es como si hubiese usado jeans para dormir. Aun así, el ajuste perfecto de la tela en mis piernas me dio un poco de tranquilidad. Al menos no tenía que sentir la mano de Benjamin sobre mis piernas. Me estremecí, recordando la forma en la que me había tocado. Sabía que no iba a ser la última vez que haría eso. Lo que más me aterraba era lo indefensa que me había sentido en ese momento. No quería volver a sentirme así.
—¿Te gustaría hablar de lo que pasó? —preguntó Emilia. 

Me senté en la orilla de la cama mientras que ella tiraba un sillón al frente para que pudiese
sentarse a mi lado. De su mesita de noche, apuntó hacia una fuente de frutas.
—Si tienes hambre… —ofreció.
Sacudí mi cabeza. 
—No, gracias. De verdad apreciaba la forma en la que me estaba tratando. Era como la preocupada hermana mayor que nunca tuve.
—¿Qué pasó, Lali? Te prometo que lo que sea que digas, no saldrá de esta habitación a no ser que tú quieras.
—No lo recuerdo —mentí. Recuerdo cada momento de lo que pasó—. Desperté y tenía cortes en mi espalda y el mechón de cabello de Mery en mis manos. Caminé hacia el baño y…—Me ahogué, recordando el destino de Mery—. Ella no se merecía morir.
Sabía que tenía que proteger al resto de las chicas de lo que le había pasado a Mery. La amenaza de Benjamin resonaba en mis oídos. No tenía ninguna duda de que no vacilaría en destruirme a mí y a las chicas a la primera oportunidad que se le presentara.
—Tienes razón. Ella no se lo merecía. —Asintió Emilia. Sus ojos castaños se fijaron en los míos—. Lali, no puedo ayudarte si no eres honesta conmigo. ¿Fue Peter el que te hizo esto?
—Ya te dijo él que no lo había hecho.
—Sí, pero quiero oírlo de ti.
Estaba sorprendida por lo protectora que me sentía respecto a Peter. Casi me sentía insultada cuando alguien suponía que él tenía algo que ver con esto.
—Si Peter hizo esto, entonces no habría mayor escándalo, ¿verdad? Después de todo, somos sus esclavas. ¿No tiene permitido hacer lo que quiera con nosotras? La única razón por la que es un problema es que probablemente alguien más lo hizo y es un gran insulto para Peter.
  

Emilia sonrió satisfecha, casi como si estuviese orgullosa de que hubiese salido con una respuesta así. Se sentía como si ella usara juegos mentales conmigo.
—Parece que el príncipe se preocupa bastante por ti. Parecía bastante loco por verte en el estado en el que estabas.
Me mantuve callada. Me sentía tan herida y abusada. Estaba asustada por lo que estaba por venir. Quería con todas mis fuerzas creer que Peter se preocupaba por mí lo suficiente para escogerme por sobre su hermano, pero si había soportado ser una criatura que odiaba por siglos solo para salvar a su familia, ¿qué me hace pensar que me escogería a mí en vez de a Benjamin?  Emilia probablemente vio que no iba a llegar a ninguna parte con la dirección que estaban tomando sus preguntas, así que intento otro acercamiento. 
—¿Está bien si me dices cómo ha sido para ti este tiempo en la Sombra de Sangre? Tengo mucha curiosidad por saber.
No veía ningún daño en hacer eso y me encontré abriéndome a ella de una forma que nunca había hecho con otra persona. Escupí cada sensación que estuviese fresca en mi memoria, cada miedo, cada aprensión, e incluso momentos robados de asombro y deleite. Le conté cuánto extrañaba a mi mejor amigo y lo preocupada que estaba por él. Ni siquiera sabía por qué. Quizás era simplemente porque necesitaba a un amigo, un aliado, así que aun cuando no estaba segura si podía confiar en Emilia, me rendí ante la necesidad de hablar con alguien que pudiera entender. La única cosa que no le dije sobre todo lo que había pasado en la Sombra de Sangre fue lo que Lucas me había hecho y la amenaza que no le diría ni a un alma.
Me hice una promesa mientras tenía esa conversación con Emilia. Me prometí que Benjamin no se iba a salir con la suya por lo que había hecho. Pagará por lo que nos hizo a Mery y a mí.

viernes, 6 de diciembre de 2013

A Shade of Vampire: Capitulo 24.

¡Holas! :) aca la estornudosa (? asdfghjkl anoche me dio un ataque "Tiniter" JAJAJAJAJA por alguna razón mi prima me llamo y me mostro las fotos de Peter en una pagina, yo creo que era Instagram, bueno, salía la foto de ellos dos muy acurrucados con un "Te amo" y eso me mato. me mato. mato. mato.

A Shade of Vampire: Capitulo 23.

¡Holas! :) el cap esta corto, pero de verdad que no aguanto estar estornudando a cada momento, tengo la nariz tapada, y hablo como si tuviera algo atascado en la garganta... además la pc no es mia, y mi amiga no tiene descargado el libro, y yo tengo todas las entradas en Word -.- (¡eso Yeni, aplauso!) asique... ¡NO SE QUEJEN!.

A Shade of Vampire: Capitulo 22.

¡Holas!, ahora tengo alergia de mi perrito -.- si, me persiguen por todos lados los gérmenes... pero esa no fue la razón por la que no subi, si no que primero mi prima se enfermo y lloraba todo el dia, y bueno ella solo me quiere a mi (? y yo la calmo, ahora esta mejor, pero -.- (odio los "peros") una de mis mejores amigas se va del país y yo tengo que soportar sus lloriqueos (? nah, yo la amo y estoy muy triste porque se va, pero buano, asi es la vida, y las cosas vienen y van... las dejo con el cap.

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Peter.



Ella parecía tan tranquila, tan serena, tan inocente mientras la llevaba hacia su habitación y la tumbaba sobre su cama. Ninguna otra mujer —y créeme cuando digo que había estado con varias— tuvo el mismo efecto que Lali Espósito tenía en mí. Era frágil y vulnerable, y a la vez fuerte y resistente. Había entrado muy recientemente en mi vida, pero se sentía como que la había conocido durante años. 

Era extraño el modo en que me sentía sobre cómo ella me escuchaba y trataba de despejar mi mente después de mi tempestuosa explosión. Estaba agradecido, pero al mismo tiempo, estaba enfadado con ella. Dentro de la sala de música, me había escuchado dar mi pasión por la música. Escuchó hasta que el agotamiento y el sueño le robaron su atención de mí. Tumbada en el banco de madera con almohadones dentro de la sala de música, ella era un festín que observar, con su vestido cubriendo esas largas, pálidas piernas suyas, sus mechones de cabello rojo en cascada caían por la orilla del banco y sus labios rosados ligeramente apartados mientras respiraba. Mi estómago se revolvió simplemente al mirarla, preguntándome en qué estaría pensando que le permitiera ser tan vulnerable alrededor de una criatura como yo, una que podría perder el control en cualquier momento y arruinarla completamente.
Pero de alguna forma, dentro, sabía… sabía que nunca podría dañarla de esa forma, simplemente porque yo nunca sería capaz de perdonarme por ello. Puede que no tuviera suficiente autocontrol para dejar de alimentarme de otros, pero con Lali, no podía permitirme perder el control. Se había convertido en mi principal vínculo con la humanidad y estaba claro para mí que su ruina sería mi ruina.
Por tanto, con cuidado la agarré entre mis brazos, totalmente consciente de la cantidad de piel de su cuello y hombros que estaba expuesta ante mí y cuánto quería probar un poco de ella. Sin embargo, era fácil para mí retractarme. Ella se las había arreglado para hacerse muy preciada para mí incluso como para pensar en la destrucción. 
La dejé en la cama redonda cubierta con lino rosa y piel blanca. Había una sonrisa en mi cara mientras salía de su habitación. Con Lali, se sentía como que había encontrado mi brújula. Sabía que mientras la tuviera, tenía a alguien para mantenerme en el suelo, alguien que dirigiera mi camino. Solo con Lali, tenía una razón por la que estar despierto.
No teniendo ninguna deseo —o necesidad— de perderme en el sueño, volví al salón y descubrí cómo ver las “películas” que me había presentado. Estaba alucinado por los aparatos que la humanidad había conseguido crear durante los años. Nunca los habría imaginado posibles en mi día.
Pasé casi todo el resto del tiempo viendo una película tras otra, movido por las historias y las vidas reflejadas. Tuve que recordarme durante varias veces lo que dijo Lali: no era real, solo actores representando un papel, como en los teatros de nuestro tiempo.
Estaba de buen humor cuando llegó la mañana y fui ágil a echarle un vistazo a Lali. Por lo tanto, cuando llamé a su puerta, no esperaba ser respondido con silencio. Llamé de nuevo.

Nada.

Mi corazón se disparó, seguro de que a pesar de mi cuidado, ella había tratado de
escapar una vez más. Abrí la puerta y miré alrededor de la habitación. El olor de la sangre invadió inmediatamente mis sentidos y me sorprendí al descubrir que mi primer instinto no fue hambre, sino una embargante sensación de comprobar que Lali estuviera bien.
Una emoción a la que no estaba muy acostumbrado me asaltó cuando la vi. Era una extraña mezcla de alarma, preocupación y protección. Estaba sentada en una esquina de la habitación, temblando mientras sujetaba sus piernas fuertemente contra su pecho. Sus ojos verdes desvelaban total y absoluto terror.
Sabía que algo estaba increíblemente mal, pero no podía ni siquiera empezar a imaginar lo que podía haber pasado para causar tal reacción por parte de ella.
—¿Lali? —pregunté, preocupado.
Me arrodillé delante de ella y traté de apartar su cabello de su cara. Ella se encogió ante mi tacto, un cruel contraste ante cuán cómoda y segura estuvo conmigo la noche anterior cuando voluntariamente se había apretado contra mí en el sofá del salón y mientras estaba tocando el gran piano.
Un enfermizo pensamiento se formó en mi estómago mientras una posibilidad tras otra venía a mi mente. No podía entender qué le estaba causando estar así.
—¿Qué ha pasado, Lali? —le urgí.
Sus labios temblaban muchísimo, estaba seguro de que no podría entender una cosa que saliera de su boca incluso aunque decidiera responder mi pregunta. Ahí fue cuando me di cuenta de algo que ella estaba agarrando con su tembloroso puño derecho. No quería hacerlo, pero no importaba cómo se encogió, forcé su mano, desesperado por saber qué estaba pasando. Era un mechón de cabello rubio. Mis cejas se juntaron. Justo entonces, uno de los guardias entró a través de la puerta abierta.
—¿Señor? —habló.
—¿Qué? —pregunté, sin molestarme en mirarle.
—Una de las chicas, Mery. Ha desaparecido.

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O.O oh, ¿Qué paso? C : ok, que tengan una linda tarde chiquitinas.

lunes, 2 de diciembre de 2013

A Shade of Vampire: Capitulo 21.

¡HOLAS mis nenas! :) ¿Cómo tan? :) , espero que estén pasando un lindo lunes... faltan 18 días para que mis primas vengan de Miami y no hay nada en este mundo que me ponga triste, asique, comenten mucho, las quierooo, mucho, mucho, mucho.

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;)

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Chupé la sangre de mi joven víctima y justo cuando estaba por beber la última gota: la que causaría que su corazón dejara de latir, un momento de claridad vino a mí. Por razones que no podía entender o siquiera comprender —y no estaba seguro de si  quería— me di cuenta que todo el tiempo que estuve sosteniendo a esta bella extraña en mis brazos, alimentándome de ella, se sentía como si estuviera traicionando a Lali.

Mariana.


Era imposible no saber que Peter había llegado ya al pent-house. Las chicas y yo , Mery, Daky, Euge Rochi— estábamos cocinando lo que asumimos sería la cena. Era difícil de decir considerando la falta de luz del sol, pero todas decidimos que estábamos hambrientas y basadas en nuestras estimaciones de cuantas horas habían pasado, era la cena. 

Estábamos teniendo en realidad un buen rato. Ya le había dicho a las chicas que no había forma de escapar —al menos no todavía— no hasta que tuviéramos un plan solido, así que solo pasamos el día tratando de hacer lo que Peter nos sugería hacer: entretenernos a nosotras mismas. Vimos TV, leímos libros, e hicimos planes de lo que queríamos hacer con el cuarto extra que Peter me permitió tener. Hasta los guardias, Nicolas y Agus, parecían disfrutar de nuestra compañía. Ellos definitivamente no dieron signos de querer chuparnos a ninguna de nosotras hasta dejarnos secas.

Así que cuando Peter irrumpió en el pent-house, gritando mi nombre como si fuera homicidio sangriento, realmente no tenía ni idea de lo que había hecho mal o por qué parecía tan enojado conmigo. Lo que sí sabía era que sentía nada excepto terror mientras me aproximaba a él tan rápido como me era posible.
  
Él estaba de pie en el centro de la sala de estar, músculos tensos, sangre cayendo de las esquinas de sus labios, luciendo más amenazante de lo que lo había visto lucir antes. La delgadez de su cuerpo se hinchó con cada respiración mientras daba unos pasos firmes hacia mí.


—¿Qué sucedió? —me las arreglé para chillar en pregunta.

En respuesta, él agarró mis hombros y me levantó del suelo. Gemí para mis adentros, bastante segura de que mi espalda iba a golpear de nuevo una pared o cualquier superficie lo suficientemente dura para estampar mi cuerpo. En su lugar, me encontré siendo empujada a un sofá mientras él se paseaba por el suelo en frente de mí, exudando una intensidad que no había visto de nadie antes. Agarré los brazos de cuero blanco del sofá en el que estaba sentada, una forma de tranquilizarme a mí misma para el arrebato que este melancólico vampiro estaba a punto de tirar en mi camino.

Ver a Peter actuar como un toro viendo rojo, me hizo preguntarme si todos los vampiros eran como él. Meditabundos e intensos e incapaces de reír o incluso el menor atisbo de alegría. Recordé a Nicolas y Agus y como ellos parecían estar de un humor ligero y casual cuando lidiaban con nosotras las chicas en la tarde. Me pregunté cómo podían estar tan relajados cuando los Lanzani eran tan intensos y tensos.

Peter por fin paró de pasearse y quedó justo de frente a mí. Luego se sentó sobre el borde de la mesa y apoyó los codos sobre las rodillas, sus manos juntas, la mirada baja antes de pronunciar lo que fuera que estaba en su mente. 

—Lo que me contaste aquella noche… en el Santuario, la primera vez que me viste, ¿por qué lo dijiste?

Luché por recordar lo que le dije. Su presencia era tan abrumadora, tan consumidora, se sentía como si estuviera llenando toda la habitación. 

—No recuerdo…

—Estaba a punto de alimentarme de ti. Te dije que no podía evitarlo. Dijiste... 

—... que reconocía una excusa cuando escuchaba una y que no debías hacerte pasar por la victima.
  
—¿Soy una víctima?


Pensé que era una pregunta capciosa. Lo miré durante un par de segundos, preguntándome si se había dado cuenta de cuan loca sonaba la pregunta viniendo de él. ¡Por supuesto que él no era la victima! ¡No era el que había sido capturado contra su voluntad y encarcelado, en un ciertamente impresionante y lujoso pent-house, pero estando prisionero de todos modos!

Él era el rey de los vampiros, temido, venerado y admirado. ¿Cómo en la tierra podría ser la victima?

Estudié su apariencia, preguntándome qué era lo que pasaba por su mente. Antes de siquiera pensarlo lo alcancé y limpié la sangre de su boca con un pañuelo. 

—Te alimentaste de alguien.

Fue cuando dejó de respirar y sus puños se tensaron.

—Ella no era mucho mayor de lo que tú eres. Dieciocho o diecinueve. Era una Cazadora de la Oscuridad. El enemigo. Encontré placer en sacar cada poco de sangre de ella. —Alzó sus ojos azules para encontrarse con los míos y la menor de las sonrisas se formo en sus labios—. Lo disfruté de la misma manera que lo habría hecho contigo.

Me tensé, confundida por lo que estaba tratando de decir. 

—¿Por qué me estás diciendo esto, Peter?

Una expresión de dolor torció su rostro cuando empezó a hurgar con sus dedos. Sacudió la cabeza lentamente antes de responder:

Porque no quiero disfrutar de ello. De hecho, echo de menos ser la víctima, pero esa noche… tú me viste como alguien que juega el papel de una víctima... ¿Por qué?

Pensé un poco en ello.

¿Por qué dije eso? En ese momento, lo único que quería de él era que no me matara, pero pude haber dicho muchas cosas. ¿Por qué eso? Me atreví a tomar su mano antes de contestar. 

—Porque no creo que seas un esclavo de lo que te has convertido. No creo que simplemente no puedas.
 

Me miró con demasiada intensidad, empecé a preguntarme si había dicho algo malo, así que me relajé cuando su rostro de alguna manera se relajó y levantó una mano para peinar una hebra de cabello que había caído a mi cara. 

—Eres una maravilla.

Ante esa declaración, tuve que sonreír.

—Dudo que sea mucho una maravilla... Al menos no comparada contigo.

—¿Qué quieres decir? —Parecía sorprendido.

—Los guardias nos contaron sobre cómo eres una leyenda en la Sombra de Sangre, salvador de los vampiros. Todo sonaba bastante impresionante-

Él apartó la mirada, casi como si estuviera preocupado por lo que dije. 

Encontré eso extraño. Después de un cumplido de esa magnitud, esperaría de un chico el estar orgulloso, regodeándose, hinchar el pecho y tener esa mirada en su rostro para que todos supieran que en verdad era él quien hizo eso. Es definitivamente como Gas hubiera reaccionado. No Peter.

—Salvador de los vampiros… —se burló—. Se supone que debo reinar sobre los de nuestra especie. Dicen que mi reino traerá un verdadero santuario a los vampiros. No estoy seguro de si merecemos ser salvados. Después de todo lo que hemos hecho… después de todo lo que estamos haciendo... —Me dio una larga y significativa mirada y retiró la mano fuera de mi alcance—. Mira lo que te estamos haciendo.

A eso, no sabía cómo responder. Extrañaba mucho a Gas. No había un momento despierta desde que llegué aquí en el que él no estuviera en el fondo de mi mente, en el que no me estuviera preguntando en qué estaba pensando o cómo estaba lidiando con mi desaparición.

Me pregunté cuantos de los humanos que habían tomado habían sido separados de sus seres queridos. Para mi alivio, Peter no parecía interesado en una respuesta.
  
—Mi padre era un agricultor —comenzó—. Eso es lo que hicimos antes de convertirnos en esto. Nosotros cultivábamos trigo y plantábamos verduras. Era una humilde existencia, pero éramos felices. Entonces una noche, mi padre y Benjamin fueron a la ciudad para comerciar nuestros bienes. Candela y yo salimos por madera. Cuando regresamos nuestra madre estaba muerta, su sangre succionada. 


Tragué saliva mientras escuchaba y me imaginaba como se habría sentido.

—Candela juró que era una bestia salvaje. Me ridiculizaron pero yo sabía que era un vampiro. Solo tenía trece en esa época, pero estaba tan seguro de que un vampiro asesinó a mi madre, así que encontré una manera de unirme a los Cazadores de la Oscuridad. Por cinco años, fui uno de ellos y maté muchos, muchos vampiros. Así que imagina mi sorpresa cuando en mi decimo octavo cumpleaños, mi padre vino a casa y era un vampiro. Debí haberlo matado. Realmente debí, pero no pude. Aún era mi padre. Él convirtió a Benjamin, Candela y a mí esa noche. Me convertí en la misma criatura que había cazado, la criatura que odiaba.

—Si odias tanto a los vampiros, ¿por qué pelear por salvarlos? ¿Por qué establecer la Sombra de Sangre?

—Nunca fue sobre salvar a los vampiros. Los próximos cien años después de que fui convertido fueron sobre salvar a mi familia. Solo sucedió que no podía salvarlos a ellos sin salvar también a los que nos habían ayudado a sobrevivir. Nunca pensé que la Sombra de Sangre se convertiría en lo que es ahora.

No podía ni siquiera empezar a imaginar lo que esos años fueron para él, cuán atormentado se tuvo que sentir, pero si quería que reconociera que él era la víctima en su propia experiencia, no estaba a punto de darle eso. Él era demasiado fuerte, demasiado poderoso y demasiado influyente para desempeñar el papel de víctima.

—Lamento por lo que tuviste que pasar y estoy… honrada de que me hubieras dicho esas cosas, pero eres fuerte y eres un líder, te guste o no. En todo caso pareces ser el único aquí que tiene el poder para cambiar las cosas… para mejor.

—No sé cómo hacer eso.

—Bueno, ¿quien dijo que tenías que averiguarlo todo esta noche?

Agarré su mano, me levanté y tiré de él hacia arriba. No sé qué me poseyó para hacerlo, pero lo empujé hacia el sofá más grande, disfrutando de la curiosidad de sus ojos cuando me senté en el espacio junto a él. Suspiré antes de poner su brazo sobre mi hombro y acurrucarme junto a él.

—Ya hemos tenido mucho drama por una noche, ¿no crees?

—Es cierto. —Su tono parecía más ligero, más relajado mientras pasaba sus dedos encima de mí hombro desnudo—. Ahora que vergonzosamente he derramado mis agallas ante ti, tal vez es hora de que me digas más de ti.

Me quejé.

—¿Y profundizar en mi drama? No lo creo. Pasemos la noche introduciéndote a la versión de hoy de entretenimiento.

Agarré el mando a distancia y encendí el televisor de pantalla plana. No pude hacer más que sonreír por la fascinación que despertó en sus ojos.

—¿Qué en la tierra es eso? —preguntó.

—Un espejo mágico —bromeé con él antes de explicarle de la mejor manera posible que era un set de televisión. Le pregunté si quería ver una película, recordando la extensiva colección de DVD’s que habíamos encontrado antes esa noche. Le pedí que eligiera una película y volvió con dos elecciones muy interesantes Chicago y El Padrino . Era casi un reflejo de la clase de persona que era —un músico y un asesino cuya lealtad a la familia se interponía ante todo— de cualquier manera, atormentado, con la oscuridad que constantemente se cierne sobre él.

Como yo no estaba para ver ninguna película, le sonreí, recordando su solicitud y cómo Candela se las arregló para hacer que sus seguidores hicieran que se haga inmediatamente.

—Tengo una mejor idea.


Me hizo gracia la mirada interrogante que me dio cuando me levanté, puse los DVD’s que escogió en la mesa de centro. Agarré su mano y tiré de él hacia la sala de música. El verdadero placer en sus ojos cuando vio el cuarto era casi entrañable: como si fuera un chico a quien se le muestra un cuarto lleno de sus juguetes favoritos. 

—Candela lo hizo tan rápido...

—Tu hermana realmente te ama… —Había amargura en la forma que dije las palabras, celosa de que tuviera una familia que adorara el suelo por el que él caminaba mientras yo tenía una familia que me abandonó y me dejó al cuidado de otra familia.
Se sentó frente al negro piano de cola y dio un golpecito en el espacio junto a él.

—Siéntate.

Note como él nunca me decía por favor. Con él, no había nunca peticiones, solo órdenes.

Rodé mis ojos, no acostumbrada a que me dijeran qué hacer. Los Dalmau nunca me prestaron demasiada atención a lo que hacía o no hacía mientras no me metiera a mí misma o a sus hijos en problemas. Gas no era muy autoritario cuando se trataba de mí. Había algo acerca de Peter a lo que pensé que nunca me acostumbraría, pero de todas formas, me encontré sentada junto a él mientras tocaba una fascinante melodía que simplemente me dejó sin aliento. 

En medio de su actuación, me di cuenta que este era exactamente el efecto que Peter Lanzani tenía en mí: siempre se las arreglaba —de una forma u otra— para quitarme el aliento.