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Mariana.
Estaba
tomando un paseo nocturno por la costa, sintiendo la suave arena bajo mis pies
descalzos con cada paso. Las fuertes olas se estrellaban contra la costa, el
sonido viniendo como música para mis oídos. Mi piel hormigueaba con cada golpe
de la suave brisa de verano, el distintivo olor a sal del océano llenando mi
nariz. Mientras flotaba ligeramente mi Chapstick con sabor a cereza sobre mis
labios secos, ellos formaron una sonrisa amarga. El bálsamo solo sirvió para
sumar su dulce sabor a las numerosas sensaciones viniendo a mí en ese momento.
Siempre
me he considerado a mí misma completamente en sintonía con mis cinco sentidos,
pero esa noche, estaba en sintonía con todos menos uno. Mi vista estaba borrosa
por las lágrimas que estaba tratando de contener. No podía apreciar la exótica escena a mí
alrededor. En todo lo que podía pensar era en la expresión de decepción en el
hermoso rostro de mi mejor amigo.
Gastón
Dalmau era la única persona en el mundo que podía hacerme sentir de la forma en
que lo hacia esa noche.
Tal vez
la tristeza que sentía era sobre todo debido al hecho de que todavía tenía
expectativas, expectativas que sabía solo me causarían dolor.
Razone
para mí misma que tenía el derecho de estar herida. Era mi cumpleaños. Él era
mi mejor amigo. No debería haberlo olvidado.
Pero lo
hizo. Una vez más.
Sabía
que la decepción en su rostro cincelado era más hacia sí mismo, que hacia mí. Sabía
que podía vencerse a sí mismo sin cesar por sus descuidados deslices, y créeme
cuando te digo que él tiene muchos de esos. Asique, esa noche, me preguntaba a mí
misma si solo estaba sobre-reaccionando.
Me
encontré a mí misma diciendo que lo hice, de hecho, sobre-reaccione y ya era
hora de quitar el gran peso de mi pecho. Me dirigí de regreso hacia la villa
que los Dalmau alquilaban para sus vacaciones familiares, Decidida a solo
volver a divertirme con la persona más importante de mi vida, y entonces
recordé…
Recuerdo lo que sentí al verlo con sus brazos sobre Roció
Igarzabal, la hermosa rubia que lo había tenido caliente por todo el verano.
La
imagen tiro rápidamente todos los pensamientos de besar y disculparme con Gas
por la ventana.
–Dios,
Lali… Lo siento mucho… soy un horrible mejor amigo… –fueron las
palabras que salieron de sus labios cuando se dio cuenta de su error. Me aleje
de él y termine en la playa, con ganas de golpearme a mí misma en la cabeza por
ser tan sensible.
Me debatí
en contra de mis acciones, pensando que estaba siendo injusta. Después de todo,
no era culpa de Gas que cayera en el mayor cliché de todos los tiempos cuando
me decidí a tener sentimiento por mí no-mejor-amigo, por mi mejor amigo. Era
por eso que verlo con Roció dolía tanto, especialmente al darme cuenta de que
nunca podría ser como Roció. Simplemente no era el tipo de chica por la que un
chico como Gas iría. Yo sabía eso y aun así me deje enamorar por sus encantos.
Me odiaba a mí misma por ello, pero era lo que era. En ese momento estaba
segura de que él era en realidad el amor de mi vida.
¿Pero
puede alguien culparme por pensar de esa manera?
Gas era
tan de ensueño como el ensueño podía ser. Era alto, bien formado, inteligente y
tenía esa sonrisa deslumbrante que avergonzaría a las de los modelos adornando
las portadas de cualquier revista. Él era divertido, seguro y popular. También
era dulce y amable cada vez que quería serlo. Más que nada de eso, él me vio. Él me dio la hora del día cuando
nadie –ni siquiera
mis propios padres– lo harían. Era con Gas con quien nunca me sentí invisible…
excepto cuando Roció estaba cerca.
Al tomar ese paseo por la noche,
sabía que estaba engañándome a mí misma. No había manera de que pudiera estar
enojada con Gas durante demasiado tiempo. Me gustaba pensar en mi misma como
fuerte e independiente, pero a decir verdad, no me podía imaginar una vida sin
Gas en ella. Mi dependencia en él me asustaba. Era aterrador darme cuenta que
necesitaba a otra persona tanto como yo lo necesitaba a él.
Había estado caminando por la
orilla del mar por alrededor de una hora, cuando de repente me di cuenta de que
no estaba sola. Alguien se me estaba acercando por detrás. Mi corazón salto,
estaba tan segura de que era Gas, que cuando un extraño apareció a mi lado no
pude ocultar mi decepción.
Debió haberlo notado, porque una
sonrisa se formó en sus labios.
–¿Esperabas a alguien más, amor?
Lo miré con recelo, recordando las veces que mi padre me dijo que no hablara con extraños. Lo miré de arriba a abajo, asumiendo su apariencia. Contuve la respiración. No pude encontrar palabras para describir lo bien parecido que era el hombre. Él era casi hermoso. En lo primero que me fijé fue en cómo sus ojos azules eran unos tres tonos más brillantes que cualquier otro que haya visto antes. Era un fuerte contraste con su pálida —casi blanca— piel y cabello oscuro. Lo siguiente que noté fue que era fácilmente más de quince centímetros más alto que yo. Su altura, hombros anchos y su delgada constitución física me recordaron a Gas, pero tenía una presencia que era mucho más imponente que la de mi mejor amigo.
Mi
mirada se posó en su rostro.
Me
di cuenta de que me estaba inspeccionando justo tan cerca a como yo a él. Sus
ojos en mí de repente me hicieron sentir incómodamente vulnerable. Le di un
segundo pensamiento al consejo de mi padre, pero cancelé rápidamente todas las
nociones de hacer caso a su consejo, cuando recordé que él dejó de preocuparse
hace mucho tiempo. Me incorporé a mi altura y reuní todo el coraje que tenía
para evitar escapar de este extraño.
Gran
error.
La
confiada sonrisa no dejó su rostro ni por un momento.
—¿Te
gusta lo que ves?
Fruncí
el ceño, molesta por su audacia.
—Un
poco lleno de ti mismo, ¿no?
Dio
un paso adelante, más cerca de mí, e inclinó su cabeza hacia la mía.
—¿No
tengo derecho a estarlo?
Sabía
que lucía bien, y no estaba dispuesto a actuar como si no lo hiciera.
—Lo
que sea. —Fue mi oh-tan-brillante respuesta.
Mis
hombros se hundieron con la derrota mientras daba un paso atrás, abrumada por
lo cerca que estaba. Rodé los ojos y lo hice de ciento ochenta grados, no del
todo en el estado de ánimo para jugar cualquier juego que este extraño estaba
proponiendo.
Pronto
me daría cuenta de que estaba a punto de jugar su juego tanto si me gustaba
como si no. Me agarró del brazo y volvió mi cuerpo hacia él. El movimiento
solamente hizo que cada alarma interna que tenía se fuera en un frenesí.
Este
hombre era peligroso y yo lo sabía. Intenté escabullirme lejos de su toque,
pero no era rival para su fuerza.
—Dime
tu nombre —ordenó.
empece con la nove y ya me dejó :O BESOS NAARA
ResponderEliminarYeni, linda divina de mi corazón, no puedes subir y dejarme asi!!!
ResponderEliminarNecesito más!! Que pasa?? AHH!! necesito otro!!
mas mas mas mas mas
ResponderEliminarAunque su padre se haya alejado,debió hacer caso a sus consejos.
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