—Mucho más que antes —dijo Benjamin, casi sonaba indignado de que yo no lo supiera, como si fuera mi culpa que los Cazadores de la Oscuridad fueran tan poderosos—. Somos el aquelarre más fuerte y más poderoso que queda. Muchos de los ciudadanos de la Sombra de Sangre, los llamamos Inquilinos, escaparon de aquelarres que los cazadores lograron encontrar y aniquilar por completo.
Candela probablemente sintió mi agitación por las noticias, porque ella cambió rápidamente de tema.
—Los Cazadores de la Oscuridad son un tema para otro día —dijo, secamente.
Habíamos llegado a las afueras de El Valle y ahora estábamos a punto de entrar en una parte diferente del bosque de secoyas. No podía evitar sino tomar aliento sobre cómo cambió la Sombra de Sangre desde la última vez que la vi. Antes del hechizo, apenas podía ser llamada una comunidad. Era nuestro escape, nuestro santuario a salvo de los Cazadores de la Oscuridad, que amenazaban con expulsar a todos y cada uno de los de nuestra especie de la tierra.
Si yo no tuviera a mi padre, hermano y hermana por quienes luchar, me habría entregado a los cazadores, terminando mi vida bajo sus crueles manos. Sin embargo, no podía soportar la idea de hacerle eso a mi familia, sobre todo no a Candela. El aquelarre me necesitaba en ese momento, pero cuando cumplí con mi parte del trato y me las arreglé para traerlos a este refugio y ganar a Gimena de nuestro lado, como nuestra protección, sabía que no podría soportar vivir un segundo con toda la sangre que estaba en mis manos. Tenía que acabar con ello.
Pero era un cobarde. Me horrorizaba pensar en lo que sucedería una vez que me muriera.
¿Qué pasa con los muertos vivientes una vez que mueren? Me estremecía cada vez que me ponía a pensar en ello. Tal vez era algo muy extraño que los no-muertos pudieran estar tan asustados de la muerte, y sin embargo era verdad. Tenía miedo de morir, así que me fui a dormir en su lugar.
Mientras caminábamos por el denso bosque, no podía evitar sino hablar de mis pensamientos.
—Deben odiarme por haber hecho lo que hice... abandonándolos a todos ustedes.
Me di cuenta de cómo la mandíbula de Benjamin se movió, había un familiar atisbo de resentimiento mostrándose en sus ojos. Yo no necesité escuchar una respuesta de él para saber lo que pasaba por su mente. Por supuesto que me odiaba.
Candela fue mucho más amable.
—No, Peter. Hiciste lo que tenías que hacer para protegernos a todos, sin siquiera saberlo. Tu estado de descanso ha causado que obtengas más energía a través de los cientos de años que estuviste bajo el hechizo de Gimena. Debido a eso, probablemente eres el más fuerte y poderoso vampiro que existe hoy en día.
Benjamin hizo una pregunta acerca de cómo exactamente me las arreglé para ganarme a Gimena de nuestro lado, pero las palabras de Candela resonaron en mi cabeza... más fuerte y poderoso vampiro. Recuerdos de cómo prácticamente lancé a Lali hasta ese pilar vagaban por mi mente.
Mi estómago se apretó.
Parecía frágil bajo mis manos y aun así tan valiente. Yo era la muerte y la estaba mirando directo a los ojos. Me miró de vuelta. Sin siquiera pestañear. Ella estaba caminando detrás de mí. Podía oír sus suaves pasos y el sonido metálico de los grilletes sobre sus muñecas. Todavía podía oler y casi saborear la sangre en sus labios. Me preguntaba si este era el mismo efecto que las mujeres tenían en mí antes. Ni siquiera podía recordarlo.
Me detuve en seco y la llamé:
—Lali.
Todos se detuvieron de nuestro paseo por la noche en el momento que
hable.
Su juventud se mostró de la manera en que me respondió:
—¿Qué?
Sin ni siquiera mirar atrás, sabía que ella estaba a punto de ser lastimada por su insolencia al dirigirse a mí. Casi podía ver al guardia detrás de nosotros levantando la mano para golpearla.
—No la toques —ordené—. Lali, camina a mi lado.
Contuve la respiración al momento de silencio que siguió. Casi podía sentir sus pensamientos, sopesando los pros y los contras de lo que podría pasar si ella se atrevía a desafiarme. Respiré un breve suspiro de alivio cuando los grilletes comenzaron a tintinear con cada uno de sus pasos mientras llenaba el espacio vacío de mi lado.
No me atreví a mirarla. Tenerla tan cerca ya estaba haciendo mella en mi autocontrol... Estaba seguro de que la sola vista del rojo rubor en sus mejillas me recordaría a su sangre y el deseo de tomarla de ella.
—Quiten las restricciones. Ella no tiene a donde correr.
—Hermano… —comenzó a protestar Candela—, si ella utiliza la libertad que le estás dando para levantar la mano contra ti, no podrías ser capaz de controlarte a ti mismo de...
—No voy a alimentarme de ella —dije con más convicción y confianza en mí mismo de la que realmente sentía—. Hagan lo que digo y quiten las cadenas.
Mi orden fue atendida de forma inmediata. Era otro recordatorio de lo que yo era antes, de lo mucho que todos me temían. Esperé hasta que se eliminaron las restricciones antes de dar un primer paso, el grupo siguiendo mi ritmo.
Benjamin y Candela intentaron hacer conversación mientras caminábamos por el oscuro bosque, pero yo ya no estaba prestando atención. Estaba demasiado distraído por Lali, consciente de todas y cada una de sus acciones. Se frotó las muñecas mientras observaba sus alrededores. Estaba al tanto de cada detalle de su entorno, con los ojos brillantes mostrando curiosidad y suave fascinación. Antes de que pudiera evitar hacerlo, le agarré la mano, mis dedos entrelazados con los de ella.
Ella se encogió por mi toque. Sabía que no tenía derecho a tomarme ese tipo de libertades con ella, pero me di esa indulgencia, porque realmente solo quería sentir su calor.
Solo podía adivinar lo que estaba pasando por su mente, porque en cierto punto, me apretó la mano como lo hizo con la otra chica de regreso en el Santuario. Ella no podía saber lo mucho que eso significaba para mí.
te juro no pueden ser más tiernos!!
ResponderEliminaray!! que lindos, bobita necesito otro!! =D
me gusta que la sienta tan importante para él!!