martes, 26 de noviembre de 2013

A Shade of Vampire: Capitulo 14.

A nadie le haría mal 10 capitulo en vez de 9 ¿no? :).



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No se molestó en pedir mi permiso. Simplemente envolvió sus fuertes brazos alrededor de mi cintura y me empujó contra él. Antes de que pudiera llegar a enfrentarme a lo que estaba a punto de suceder, él dio un salto vertical que dejó mi cabeza dando vueltas mientras me quedaba sin aliento, instintivamente envolviendo mis brazos alrededor de su cuello y aferrándome a él para apoyarme. 

Cuando lo sentí alejándose de mí y poniendo mis piernas en lo que se sentía como suelo de madera, me atreví a abrir los ojos. 

Después de recuperarme de la sorpresa, ahora que estaba más cerca de los edificios, podía admirar plenamente su belleza. 


Las villas tenían diferentes estilos, la mayoría de ellas solo tenían un piso, pero algunas tenían dos. Muchas de ellas eran del tipo que encontrarías en un resort de playa de cinco estrellas con sus enormes ventanales y una usual sensación tropical en el diseño arquitectónico exterior. Me recordaban al tipo de hogares que veías en algunos lugares exóticos, la única diferencia era que estos resultaban estar posados encima de árboles que se elevaban a cientos de metros sobre el suelo. 

Me volví hacia una amplia terraza y me encontré mirando una de las escenas más magnificas que alguna vez haya visto. Era más bonito que un cuadro. 

Caminé hacia el borde de la terraza y miré fuera. Miles de estrellas brillantes salpicaban el negro lienzo que era el cielo. Estas estrellas y los rayos de la luna llena eran la única luz que adornaba el paisaje. 

No me atreví a mirar directamente hacia abajo. Preferí no asustarme al descubrir lo alto que estábamos. Pero me daba cuenta de que este era uno de los árboles más altos de toda la isla. 

Un masivo mar de negras copas de árboles se extendía debajo de mí por kilómetros. Y cerniéndose a lo lejos en la distancia había montañas. Montañas tan altas que las cimas estaban cubiertas de blanco. Nieve. 

Solo podía imaginar cómo se vería todo en el amanecer. Respiré imaginando lo impresionante que sería.  

Un fresco viento de mar azotó mi cara. Probé la sal. 

Lo que me inquietó fue que a pesar de lo alto que estaba, no podía ver ningún final del bosque. Ni rastro de la costa. Ni siquiera la menor pista de en qué dirección correría si me las arreglaba para escaparme de las garras de Peter. Di un grito ahogado. 

—¿Es precioso, no? —Peter pensó que lo hacía por placer. Su voz estaba ronca. 

Yo simplemente asentí mientras apoyaba mi peso en la barandilla de madera que bordeaba la terraza, intentando distraer mi mente de las contorsiones que ahora sentía dentro de mi estómago. 

Empecé a preguntarme sobre las otras chicas que habíamos dejado atrás y me imaginé que los guardias cuidarían de ellas. No estaba segura de si el favor que Peter me estaba mostrando era para mí ventaja o no. De alguna forma, me sentía mucho más segura con las demás chicas alrededor. Lo que sea que había pasado con ellas, realmente no tenía otra opción que seguir delante de acuerdo al ritmo de Peter, porque él una vez más tomó mi mano y me llevó mientras Candela y Benjamin lo guiaban a los aposentos. 

—Este es uno de los cuatro pent-houses que componen El Pabellón, que fue construido específicamente para nuestra familia —explicó Candela mientras abría la puerta de roble del magnífico pent-house con grandes ventanales—. Hay uno para cada uno de nosotros, tú, padre, Benjamin y yo. 

Incluso mientras nos movíamos hacia la casa del árbol, o pent-house como Candela lo había llamado, no pude evitar mirar a las ventanas maravillada. Si lo que sabía sobre los vampiros era correcto, ¿no daría toda la luz del sol directamente a través de ellas? Les di miradas cautelosas a los vampiros que me rodeaban; que yo estuviera entre ellos como si fuera la cosa más normal llamó mi atención. Sin importar lo impresionada que estuviera por la belleza de la Sombra de Sangre, tenía que recordar que estaba ahí en contra de mi voluntad.

No podía confiar en ninguno de ellos —ni Benjamin, ni Candela, especialmente no Peter.

Donde hay una entrada, simplemente tiene que haber una salida.

Presté especial atención a cómo se veía la casa desde adentro. Adentro, el pent-house parecía todavía más grande de lo que lo parecía por fuera. Fuimos conducidos a lo que asumí que era la sala de estar basada en los muebles que tenía, una enorme pantalla plana de televisión, una chimenea, arte abstracto en las paredes de color crema, más sofás de cuero negro. No era para nada como me había imaginado que sería la casa de un vampiro.


Mis ojos rodearon la habitación y notaron que había tres vías de entrada que la rodeaban, aparte de por la que habíamos entrado. En cada entrada había puertas de cristal que llevaban a más pasarelas cubiertas de cristal conduciendo a otras habitaciones del pent-house. 

—¿Y dónde vive la Élite? —preguntó Peter, pareciendo satisfecho por lo que veía. 

Me pregunté a quién se refería con la Élite, y me di cuenta que incluso los vampiros se clasificaban en alguna especie de sistema de castas. Hice una nota mental de averiguar más sobre esto, aunque no estaba segura de por qué. Después de todo, tenía toda la intención de escapar a la primera oportunidad que tuviera. 

—Las otras Élites viven en los pent-houses, básicamente casas de árbol parecidas a las que tenemos pero las nuestras, por supuesto —Benjamij sonrió—, son mucho más lujosas, porque admitámoslo. Un Lanzani merece solo lo mejor. 

Cuando dijo lo mejor, me miró fijamente y me encontré dando un paso hacia atrás, pero el firme control de Peter en mi mano me impidió ir más lejos. Era casi como si me quisiera anclada a él —y yo no podía entender por qué. 

Le miré, preguntándome qué pretendía hacerme esa noche. Los pensamientos que vagaban por mi cabeza hicieron que me estremeciera de pavor. 

—Los pent-houses del Pabellón tienen más habitaciones de las que puedo contar —anunció Candela. 

—Está esta, la sala de estar, el comedor, la cocina, la biblioteca, varios baños, una piscina interior, una sala de juegos, un teatro, un dormitorio principal, varias habitaciones de invitados y los aposentos de tu harén. Hay varias habitaciones que hemos dejado sin tocar, solo en caso de que pienses en algo que desees hacer con ellas. 

—Una sala de música —dijo Peter inmediatamente sin siquiera pestañear. 

Mis cejas se elevaron ante esta nueva información. Nunca habría esperado que él se sintiera inclinado hacia la música. 

Candela sonrió. 

—Por supuesto. Me encargaré de que los exploradores consigan todo lo que necesitas.

¿Quieres que te enseñe tu habitación?

Peter negó con la cabeza. 

—Me las arreglaré.

Mi corazón se hundió. El pensamiento de estar a solas con él en aquel sitio era perturbador.

Intenté quitar mi mano de su agarre, pero él la sostuvo fuerte. 

Candela pareció darse cuenta de esto, pero no le prestó ninguna atención. En su lugar, caminó hacia su hermano y le dio un abrazo. Esta vez, él dejó ir mi mano para corresponder su gesto. 

Di un paso atrás. Ahí es cuando noté a Benjamin mirando la mano que Peter acababa de soltar.

Parecía como si quisiera romperla. Apreté los puños y los escondí detrás de la tela de seda del exquisito vestido que me habían hecho vestir. Sentí los ojos de Benjamin en mí, viajando a lo largo de cada curva de mi cuerpo. Quería salir corriendo. 

—Solo faltan unas pocas horas para la mañana. Será mejor que nos vayamos —dijo Candela—. Daré instrucciones a los guardias para que lleven a las chicas a sus aposentos… a
menos que tú tengas otros planes. 

Peter negó con la cabeza. 

—Llévenlas ahí. Excepto a Sofía. Ella se queda en la habitación más cercana a la mía.  
Candela me dio una mirada penetrante desde la cabeza hasta los pies, como si se estuviera preguntando qué había tan especial en mí. Eso ya hacía a dos de nosotras. 

Ella asintió. 

—Muy bien. Hasta mañana, Peter. 

No estaba segura de si estar aliviada por su despedida. Significaba que ya no estaría en la misma habitación con Benjamin, pero también significaba que estaría completamente a merced de Peter. Aún así, lo inevitable sucedió. Se fueron. 

Al momento en el que cerraron la puerta tras ellos, me encontré queriendo alejarme de Peter, pero estaba anclada en el sitio. Él se dio la vuelta, estudiando los alrededores hasta que su mirada cayó en mí.

—Simplemente estás ahí de pie —replicó él.

Yo me encogí de hombros. 

—No tengo a donde ir, ¿no es así?

—¿Por qué no me tienes miedo? —Empezó a acercarse. 

Quería correr, de la misma manera en que debería haberlo hecho cuando Benjamin se
acercó a mí por primera vez en la playa. 

—¿Qué demonios te hace pensar que no te tengo miedo? 

—Pensé que tal vez eras una de esas chicas. 

—¿Qué chicas?

—Chicas que están fascinadas por nuestra especie. —Se detuvo a unos pocos pasos de mí, casi como si tuviera miedo de acercarse más—. Chicas que quieren ser como nosotros. 

—Puedo describir a su especie en muchas palabras —casi lo escupí—, fascinante no es una de ellas. ¿Es eso realmente lo que piensan que son? ¿Fascinantes?
  
Dio un paso atrás. Podría jurar que realmente parecía dolido. Negó con la cabeza, una sonrisa amarga formándose en sus labios. 


—No. Lejos de eso. 

—¿Por qué estoy aquí? ¿Qué vas a hacer conmigo? —Las preguntas salieron de mis labios antes de que pudiera detenerlas. El tono de desesperación era evidente en cómo fueron dichas las palabras. 

Él me miró como si estuviera luchando consigo mismo sobre si responder mi pregunta o no. 

—Vete a dormir, Lali. Necesitas descansar. 

Mi corazón se hundió. 

—Nunca vas a dejarme ir, ¿no es así?

Él negó con la cabeza. 

—No. No puedo dejarte ir. Has visto demasiado. 

Apreté los dientes. De ninguna manera iba a quedarme aquí para siempre. Tenía toda la intención de escapar y pensé que la mañana sería el mejor momento para hacerlo. Mientras ambos encontrábamos nuestro camino a las otras habitaciones y descubríamos dónde estaban las nuestras, tenía un pensamiento dando vueltas por mi mente: te nía que escapar al amanecer. 

Supongo que subestimé la Sombra de Sangre cuando se trataba de su afición por las sorpresas. Me quedé dormida en una cómoda cama redonda cubierta con pieles, esperando ver la luz del sol rompiendo a través de las ventanas de la habitación a la mañana siguiente.

Para mi horror, me desperté en una noche oscura y profunda.

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