05/05
Sorry, me colge viendo el video nuevo de Julian Serrano (? aca esta el otro...
Beso.
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Blog: abetterworldlaliter.blogspot.com.
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Capitulo 5.
La primera cosa
de la que fui consciente fue de las voces. Voz baja, estable, que parecía que
tenía dentro de mi cráneo como el taladro de un dentista. Ellos siguieron
hablando, uno tras otro. Cada uno de ellos mandaba otro pico de dolor en mi
cabeza.
—...Después de
tomar el Cuenco, obviamente, Jasmine estaba en el medio...
—...¿Pero por
qué la mató? No tiene sentido...
—...Los
Cosechadores no tienen sentido...
—Cállate
—murmuré.
Las voces se
detuvieron, y comencé a hundirme de nuevo hacia la tranquila oscuridad
—¿Lali? —murmuró
una voz familiar.
—¿Mamá? —murmuré
de nuevo.
Una mano me
alisó el pelo.
—No, Lali. No es
tu madre. ¿Puedes abrir los ojos para mí, por favor?
Entonces
recordé. Mamá estaba muerta. Asesinada por un conductor ebrio. Y yo estaba
atrapada aquí en “Nosotros los Guerreros Fenómenos”. Mi corazón exprimido sobre
sí mismo, incluso más que mi dolor de cabeza, y también se dirigía una caliente
lagrima que corría por el rabillo de mi ojo antes de que pudiera detenerla.
Extrañaba a mamá tanto. Extrañaba mucho todo. Mi vieja escuela, a mis viejos
amigos, y todo lo demás que había perdido porque yo sólo había querido conocer
otro secreto de chicas…
—Lali —preguntó
la voz de nuevo, más insistente en esta ocasión—. Vamos. Abre los ojos para mí,
por favor.
Mi cabeza seguía
doliendo, pero después de unos segundos de concentración me las arreglé para
acabar abriendo los ojos, dejando que el chorro de luz me inundara.
Cabello negro,
piel de bronce, ojos verdes, gafas de plata. Frente a mí, la Profesora Emilia,
nadaba en una nebulosa, y tuve que parpadear varias veces antes de que ella
entrara en el foco.
—¿Profesora
Emilia? ¿Qué está pasando? —le pregunté, tratando de sentarme.
Emilia puso la
mano debajo de mi espalda y me ayudó a subir hasta quedar sentada. Mi cerebro
nadando alrededor dentro de mi cráneo durante unos segundos antes de que se
estableciera en su lugar y el mundo dejó de girar.
Para mi
sorpresa, todavía estaba en la Biblioteca de Antigüedades, a pesar de que
estaba ahora en la parte superior de una de las tablas en lugar del frío suelo
de mármol.
Había otras
personas ahora aquí, también. Como el Entrenador Mariano, grande y corpulento,
con aspecto de motociclista, geniales tatuajes, que supervisaba los programas
deportivos y capacitaba a todos los chicos. Mariano estaba a pocos metros,
hablando con Nicolas. La piel de ónice del Entrenador brillaba debajo de las
luces de oro de la biblioteca, y sus músculos esculpidos temblaban y saltaban
con cada movimiento que hacía. Parecía el tipo de persona que podría romper
bloques de concreto con sus manos.
Como si hubieran
detectado mi mirada, los dos hombres se volvieron y se acercaron a nosotras.
Asintieron a la Profesora Emilia, quien asintió con la cabeza.
—Lali —dijo
Emilia, poniendo la mano sobre mi hombro—. Me alegra ver que te sientas mejor.
—¿Profesora? ¿Qué
está haciendo aquí? —pregunté, todavía confusa.
Emilia hizo un
gesto a los dos hombres.
—Mariano, Nicolas,
y yo, formamos el Consejo de Seguridad de la Academia. Somos responsables de la
seguridad de todos en el Mythos, para proteger a estudiantes y empleados de los
Cosechadores del Caos y otras amenazas. Por lo que realmente necesitamos saber
lo que pasó aquí esta noche. ¿Crees que me puedes decir lo que viste? Es muy
importante, Lali. No queremos que nadie se haga... daño.
Daño. Bueno,
supuse que era una forma educada de decir lo que le había sucedido a Jasmine,
en lugar de la verdad, el feo hecho de que había sido brutalmente atacada.
Todos los ojos
fijos en mi cara. La mirada verde y comprensiva de Emilia, la negra y fuerte
del Entrenador Mariano, la de Nicolas de color azul y sospechosa.
Tomé aliento y
le dije a los tres sobre el trabajo en la biblioteca. Cómo había estado dejando
el último de los libros en la estantería cuando escuché un estruendo. Cómo yo
pensaba que eran sólo algunos libros que se habían caído, sólo para salir de
las pilas y encontrar a Jasmine extendida por debajo de la Urna de vidrio roto,
con la garganta cortada y sangre por todas partes.
—Me acerqué para
tratar de ayudarla —les dije con voz temblorosa—. Sentí el pulso en su garganta
cuando alguien… alguien me golpeó.
Miré alrededor,
esperando ver nada más que vidrios rotos. Pero Jasmine todavía estaba allí,
todavía acostada en su propio charco de espeso carmesí de sangre, sus ojos
azules sin vida mirando al techo.
Mi garganta se
cerró sobre sí misma.
—Ella está…
—Muerta —retumbó
el Entrenador Mariano en su voz profunda—. Desangrada.
Nadie dijo nada.
—¿Estás segura
de que no hay nada más que puedas recordar? — preguntó la Profesora Emilia—.
Incluso el más mínimo detalle puede ser útil, podría ayudarnos a capturar a la
persona que hizo esto.
Volví a pensar,
tratando de recordar, pero no salió nada a mi mente. La cabeza me dolía mucho
todavía para eso. Extendí la mano y toqué mi sien izquierda. Un bulto del tamaño
de un huevo de petirrojo latía bajo mis dedos, e hice una mueca de dolor por el
dolor agudo que apuñaló a través de mi cráneo. Dejé caer mi mano en mi regazo,
miré hacia abajo, y me di cuenta que estaba cubierta de sangre, la sangre de
Jasmine. Estaba en mis zapatillas de deporte, en mis pantalones vaqueros, y en todo
el frente de mi camiseta y sudadera con capucha. Y lo peor de todo, manchas de
sangre cubrían mis manos como una capa de pintura seca.
Contuve el
aliento, esperando a que mi Psicometría se activara y me mostrara el asesinato
de Jasmine, haciéndome sentir todo el dolor horrible que ella debía haber
experimentado. En cualquier momento, podría ponerlo en marcha. Siempre fue así.
Pero el segundo
pasó y se convirtió en un minuto, y luego otro. Y aún así, no pasó nada. No
tuve ningún flash o vibraciones de la sangre de Jasmine. Ni uno solo. Al igual
que yo no había recibido ninguna al tocar su cuerpo. Extraño. Incluso para mí.
Tal vez mi Psicometría no estaba funcionando o algo así por la migraña masiva
que yo tenía. Por una vez, estaba feliz de no ver nada. A pesar de que no
estaba recibiendo ninguna vibración de ello, la visión de la sangre de Jasmine
en mí piel y la ropa todavía me dieron ganas de vomitar. Manché mis manos al
apretar los puños y miré lejos de ellos.
—Lo siento. No
recuerdo nada más —dije en voz baja.
—Bueno, creo que
es bastante obvio lo que pasó —dijo Nicolas—. Un Cosechador se deslizó en la
biblioteca y robó el Cuenco de Lágrimas. Jasmine, por desgracia, se puso en su
camino y fue asesinada como resultado.
A pesar de todo
lo que había sucedido y el hecho de que mi cabeza seguía golpeando, fruncí el
ceño. Eso no me parecía correcto, no era correcto en absoluto. Sobre todo
porque Jasmine ya había estado en la biblioteca antes. ¿Por qué habría
regresado tan tarde? Y sobre todo ¿sin sus amigos? Jasmine nunca iba a ninguna
parte sin su séquito que adoraban a la princesa Valquiria. Ellos siempre
estaban apilados por ella en la parte superior como Legos.
Sin embargo, el
único pensamiento que mantenía latiendo a través de mi hemisferio derecho del
cerebro, junto con el dolor fue: ¿Por qué? ¿Por qué ella y no yo? ¿Por qué
había muerto y yo no? ¿Por qué había sido salvada de nuevo? ¿Por qué yo siempre
era la que quedaba atrás para recoger los pedazos rotos y sangrientos?
—Te dije que
tomabas riesgos poniéndola en exhibición —dijo el entrenador Mariano—. El
Cuenco de Lágrimas es exactamente el tipo de cosa que a los Cosechadores les
encantaría tener en sus manos. Es uno de los Trece Artefactos, después de todo.
Nicolas se
encogió de hombros.
—Hay docenas de
cosas aquí que a los Cosechadores les encantaría tener en sus manos, y hay
Hechizos de Seguridad en todos ellos para evitar que sean sacados de la
biblioteca. Yo no entiendo cómo un Cosechador podría haber conseguido el Cuenco
de la biblioteca sin que sonara la alarma, y mucho menos entrar en el campus
para empezar. Ninguna de las alarmas se activó en la pared exterior, en la
puerta principal, o aquí en la biblioteca. Pensé que los Hechizos de Seguridad
perimetral eran lo suficientemente fuertes, y he comprobado los que están en el
mismo Cuenco de esta mañana.
—Obviamente no
—murmuró Mariano.
Los dos hombres se
miraron, y la Profesora Emilia se interpuso entre ellos.
—Basta —dijo—.
Voy a llamar al personal de limpieza y a alertar a los demás. Estoy segura de
que mañana la junta de la Academia querrá aumentar la seguridad del campus,
Mágicamente y de otro modo, al menos por unos días, hasta que estamos seguros
de que quien hizo esto no va a volver por más artefactos.
El Entrenador
Mariano y Nicolas se miraron unos segundos más antes de asentir. Entonces, los
dos, junto con Emilia, se alejaron unos metros y empezaron a hablar de qué
hacer y a quién debían notificar.
Ellos no estaban
molestos por esto como yo había pensado que sería. Casi parecía... normal para
ellos. Como si hubiese sucedido antes. En mi antigua escuela, los maestros se
habrían asustado si una niña hubiese sido asesinada en la biblioteca. Pero
aquí, no parecía extraño. Más bien... un inconveniente. Con el papeleo que
hacer, llamadas por hacer, y limpiar la sangre. O cosas así.
Bueno, no era
normal para mí, en absoluto y todo lo que hacia al mirar hacia abajo era ver a
Jasmine. Tan bonita, tan popular, tan rica y, ¿qué había conseguido? Nada más
que la experiencia con la muerte en forma temprana. Pensé en Paige Forrest y
cómo había estado de la misma manera. Bonita y popular, pero con ese horrible
secreto, con esa cosa horrible que le había ocurrido a ella, y que nadie lo
sabía.
Me pregunté si
Jasmine era de la misma manera. Si hubiera tenido alguna razón secreta para
regresar esta noche a la biblioteca. Si había algo más en esto que algún tipo
malo anónimo y el misterioso robo de un Cuenco Mágico y Mitológico.
—¿Lali? —la voz
de la Profesora Emilia me sobresaltó—. Te llevaré de vuelta a tu dormitorio
ahora, si lo deseas.
Contemplé por
última vez el cuerpo sin vida de Jasmine y los charcos pegajosos carmesí a su
alrededor.
Casi parecía que
la Valquiria estaba descansando sobre una almohada gigante roja, en lugar de
estar fría, sangrienta, y muerta. Me estremecí y miré hacia otro lado.
—Sí —dije—. Me
gustaría mucho en este momento.
Emilia dijo algo
más al Entrenador Mariano y a Nicolas, a continuación, nos fuimos de la
biblioteca. Eran después de las diez, y el patio estaba desierto.
La brillante luz
de la luna iluminaba todo de plata brillante, incluso los dos Grifos que
estaban sentados en la base de las escaleras de la biblioteca. Mi aliento hacia
vapor en el fresco de la noche, y puse mis manos con sangre en los bolsillos,
tratando de protegerlas del frío y calentarlas. Sin embargo, no importaba lo
que hiciera, no podía entrar en calor.
No hablamos
hasta que no estuvimos a mitad del camino del patio.
—Sé que debe ser
muy difícil para ti, Lali. Encontrar a Jasmine de la forma en que lo hiciste—dijo
la Profesora Emilia—. Pero esta no es la primera vez que algo como esto ha
sucedido en Mythos.
Mis ojos se
ampliaron.
—¿Quiere decir
que otros de los estudiantes han sido asesinados antes? ¿Aquí en la Academia?
Ella asintió.
—Unos pocos.
—¿Cómo? ¿Por
qué?
—Por
Cosechadores en su mayoría. Los estudiantes tenían algo que ellos querían o
conseguían en su camino, al igual que Jasmine lo hizo anoche. O los otros
estudiantes que estaban trabajando para los Cosechadores e hicieron algo mal,
algo que consiguió matarles. En algunos casos, los estudiantes han sido los
Cosechadores actualmente.
¿Chicos de mi
edad? ¿Trabajando para chicos malos? ¿Siendo ellos mismos Cosechadores? No
sabía qué hacer con eso.
Emilia se quedó
mirándome.
—Sé que la
Academia, este mundo, es nuevo para ti, que realmente no crees en algo de esto.
En los Dioses, los Guerreros, los Mitos, la Guerra del Caos, algo de esto. Me
doy cuenta por la manera en la que siempre miras fuera de la ventana durante
mis clases. Recitas los hechos para mí, pero tu mente no está realmente
aquí.
Su voz era
educada, pero todavía me estremecí. Creía que había ocultado mi incredulidad un
poco mejor que eso. Desde que mi madre murió, había conseguido bastante bien
fingir cosas. Como decirle a la Abuela Espósito que todo estaba bien en mi
nueva escuela. O convenciéndome a mí misma que realmente no me preocupaba no
tener algunos amigos. Que no me molestaba que nadie me hablara. Que yo era tan
dura y fuerte y valiente como lo había sido mi madre, cuando todo lo que
realmente quería hacer era acurrucarme en mi cama y gritar hasta dormir cada
noche. Podría ser capaz de ver los otros secretos de la gente, pero tenía
algunos de los míos propios, también, algunos que desesperadamente quería
mantener ocultos.
—Pero es real,
Lali. Todo esto. Creas en ello o no. —Continuó Emilia— . Los Cosechadores del
Caos están en cualquier lugar, incluso aquí en Mythos. Pueden ser cualquiera,
padres, Profesores, los propios estudiantes. Y harán lo que sea para conseguir
lo que quieren.
—¿Qué es lo que
ellos quieren exactamente? —pregunté—. ¿Por qué son tipos malos?
Emilia
suspiró.
—Realmente no
has estado prestando atención en clase, ¿lo has hecho?
Me estremecí de
nuevo.
—Los
Cosechadores querían una cosa, poner en libertar a Loki del domino de la
prisión en la que otros Dioses le han puesto. Y nosotros, los estudiantes y
Profesores de aquí, los miembros del Panteón, estamos en guerra con ellos,
intentando evitar que esto suceda. Esto es por lo que todos los estudiantes de
aquí están siendo entrenados para ello. Para aprender cómo luchar con cualquier
habilidad y Magia que tienen que mantenga a Loki de escapar de su prisión. Éste
es el por qué perder el Cuenco de Lágrimas es un gran golpe. Es un Artefacto
viejo con mucha Magia, con mucho poder y puede ayudar a los Cosechadores a
acercarse a la liberación de Loki.
Fruncí el
ceño.
—Entonces, ¿qué
sucede si Loki consigue la libertad? ¿Qué sería tan malo sobre esto?
—Porque la
última vez que Loki estuvo libre, levantó un ejército para intentar matar a los
otros Dioses, para esclavizar a los mortales, y para doblegar a todos a su
voluntad. Miles de cientos de personas murieron, Lali. Y miles de cientos más
morirán si Loki es liberado otra vez. El mundo como lo conocemos será
completamente destruido.
Por lo que el
Caos era la muerte, la destrucción y bla, bla, bla justo como había creído.
Otra guerra, al igual que una que había sido luchada antes. Excepto cuando la
Profesora Emilia hablaba sobre ella esta vez, un escalofrío barría por mi
columna vertical. Como si en efecto fuera real. Como si en efecto podía
suceder.
Dejamos el patio
principal de atrás y subimos por uno de los caminos que llevaban a los
dormitorios. Los dormitorios de los estudiantes eran versiones más pequeñas de
los principales edificios de la Academia; un montón de piedra gris, un montón
de hiedra verde y espesa, un montón de estatuas espeluznantes por todas partes.
De algún modo,
Emilia sabía que compartía habitación en la Residencia Estigia, sin ni siquiera
contárselo. Ella me acompañó todo el camino hasta la puerta principal. Desde
que el toque de queda era a las diez en las noches diarias y los dormitorios se
cerraban automáticamente después de esto, Emilia tenía que deslizar su tarjeta
de identificación a través del escáner para conseguir que la puerta se abriera
para mí.
Podría haberle
dicho que no se molestara. Que había un árbol de caqui robusto que llegaba
hasta la ventana del segundo piso en la parte posterior del edificio. La
ventana tenía una cerradura rota, y toda la Magia era para mantener fuera a los
estudiantes o los chicos malos que se habían desvanecido o desaparecido hace
bastante tiempo. Ahora, todas las chicas utilizaban el árbol para escaparse por
la noche y ver a sus novios. Todo el mundo excepto yo, claro. No tenía novio,
mucho menos sólo una amiga para pasar el rato después del toque de queda.
—No, no te
preocupes —dijo Emilia, Mariano y Nicolas ya han empezado a aumentar la
seguridad en la biblioteca y sobre todo el campus. Nicolas está fuera
repartiendo más hechizos justo ahora. Los mismos dormitorios están ya bastante
seguros. Todos tienen protecciones en ellos para garantizar la protección de
los estudiantes, pero Nicolas va a incrementar el poder y la complejidad de
esos también.
Su voz era tan
tranquila y tan natural que me recordaba a los Profesores de mi vieja escuela
cuando nos habían dicho pacientemente cómo desfilar afuera cuando estábamos
teniendo el simulacro de fuego anual. Habían estado tan tranquilos porque todos
habían sabido que eso no era un incendio real y nunca pensaron que era un
problema para empezar con ello. Pensé en cómo de fácil hubiera sido caminar
hasta la puerta principal, deslizarse más allá de las Esfinges, y abandonar la
escuela más temprano hoy. Aparentemente, tan fácil como alguien había sido
capaz de entrar en la biblioteca y matar a Jasmine esta noche. Los hechizos de Nicolas
y el resto de la Seguridad Mágica de la Academia no habían parado ni una de las
cosas que habían pasado. A pesar de todas las reglas de la Academia, y las
amenazas de castigo, los chicos no paraban de beber, fumar o tener sexo en sus
habitaciones. Pero no dije nada.
—Ahora —dijo
Emilia, tomando mi silencio como algún tipo de acuerdo —. ¿Te gustaría que le
echara un vistazo a ese golpe en tu cabeza? Te puedo curar, si quieres. Nunca
sabrán que fuiste herida.
Parpadeé.
—¿Puede curarme?
¿Ahora?
Emilia tendió
las manos, con las palmas hacia arriba. Se veían tan suaves como el bronce
pulido bajo las farolas ardiendo en la habitación.
—Tengo un
talento Mágico para sanar heridas. Todo lo que tengo que hacer es colocar mis
manos en alguien, imaginarles poniéndose buenos, y ellos lo hacen.
Ahora que era un
poder muy bueno y no había escuchado que otros chicos en la escuela tuvieran
este tipo de habilidad.
Todos los
estudiantes de Mythos tenían algo a su favor, la Magia que les clasificaba como
un tipo particular de Guerreros. Valquirias y Vikingos eran increíblemente
fuertes; Amazonas y Romanos eran súper; los Espartanos podían matarte con lo
que encontraran que estuviera a mano. Como si eso no fuera suficiente, los
estudiantes tenían otras Magias tan buenas, poderes extras por decirlo así,
todo lo que aumentara los sentidos para la habilidad de disparar rayos de las
puntas de sus dedos o crear fuego con sus propias manos.
Me preguntaba
qué haría el poder curativo de Emilia, si ella fuera una Valquiria o una
Amazona o alguna otra cosa, en lugar de mi Profesora de Historia de la
Mitología. Podría incluso haber tenido una oportunidad y permitirla curarme, si
no hubiera sido por toda la parte de tocar mi cabeza. No quería tocar a nadie
ni nada más en esta extraña noche. Había visto suficientes cosas terribles en
las dos últimas horas. No quería ver más.
—No, gracias
—dije—. Voy a ir a… dormir la mona o algo así.
La comprensión
brilló en los ojos de Emilia, y asintió.
—Muy bien. Te
examiné en la biblioteca antes de que te levantaras. La herida no era tan
severa. Debes estar bien con un buen sueño esta noche. Pero si tienes algún
problema, visión borrosa o algo como esto, ven a verme inmediatamente.
Dudaba de que
tuviera un buen sueño esta noche después de encontrar a una chica asesinada,
pero no dije nada. En su lugar, sólo asentí con la cabeza.
La Profesora
Emilia empezó a irse, pero vaciló y se giró para mirarme una vez más.
—No sé si dije
esto antes, pero fuiste muy valiente, Lali, intentando ayudar a Jasmine como lo
hiciste. La mayoría de la gente hubieran gritado y salido corriendo.
Me encogí de
hombros. No había pensado que fue valiente. Había sido el instinto más que otra
cosa. Una tonta, había conseguido quedarme sin conocimiento y Jasmine había
muerto de todos modos.
—Fue justo como
algo que tu madre podría haber hecho —dijo Emilia con una voz suave.
La miré
fijamente, pensando en el tono familiar de su voz. Quizá sonó como si ella
conociera a mi madre. ¿Pero cómo podía? Hasta donde yo sabía, Majo Espósito
nunca había puesto un pie en la Academia.
—Ella era una
detective de policía ¿verdad? —añadió Emilia.
—Sí —dije,
preguntándome cómo la Profesora sabía esto—. Nunca le hablé a nadie de Mythos
algo sobre mi madre. Era una policía. Una buena.
Pero ahora ella
se había ido y todo es mi culpa. Las lágrimas llenaron mis ojos, mi garganta se
cerró, y no pude terminar mi pensamiento. La apuñalada habitual de la pérdida y
la culpa partían mi corazón, dominando todo lo demás.
En el fondo, sabía
que no tenía nada que hacer con el conductor ebrio que había colisionado de
costado con el coche de mi madre y luego había huido, dejándola morir en el
accidente. Había sido un accidente, un estúpido, estúpido accidente y nada más.
Sin embargo, me
preguntaba cómo hubiera sido mi vida justo ahora, justo en este mismo segundo,
si no hubiera visto las cosas horribles que su padrastro había estado
haciéndole a Paige.
No podía ayudar,
pero pensaba que mi madre, Majo, todavía estaría viva. Que estaría en la ciudad
en nuestra vieja casa, en mi vieja cama. Que mañana me tendría que levantar e
ir a mi vieja escuela con todos mis viejos amigos. En lugar de estar atrapada
aquí, en la Academia Mythos, donde una chica había sido asesinada y el peligro
y los chicos malos acechaban cerca de cada esquina, de acuerdo con Emilia.
No podía ayudar
pero pienso que mi vida sería mucho mejor. Mucho más simple. Mucho más cercana
a lo normal que este mundo de fenómenos mostrados en el que estaba atrapada.
Emilia abrió la
boca como queriendo decir algo, pero me giré para que ella no viera las
lágrimas calientes que quemaban en mis ojos.
—Bueno, entra y
trata de descansar un poco —dijo con voz suave—. Y siéntete libre de llamarme,
si necesitar hablar sobre algo, cualquier cosa.
—Si —dije—.
Seguro. Gracias. Profesora.
En lugar de
mirarla, abrí la puerta y entré en el dormitorio, cerrando a Emilia y todas
demás cosas por esta noche.
Me encanto la maraton QUIERO MAS ¿Cuando subiras otra? Esta muy muy buena la nove Besos
ResponderEliminarNaty
Buenisimoooo! Me encanto!
ResponderEliminar#Soo
@Sof_Pi
Hola hoy entre y leí todos los capítulos me encanta quiero más! Besos Naara
ResponderEliminarSube maaaaaas, cuando viene laliter? quiero
ResponderEliminarok, exijo explicaciones, tengo MUCHAS DUDAS!!!
ResponderEliminarQUIERO MÁSSS!!