Bueno chicas ayer no les subi el maraton porque tuve problemas con mi estomago, si, a esos problemas me refiero (? pero aca estan c: 5 CAPITULOS.
Los miércoles serán los maratnes de
Mythos Academy, que son 5 capitulos ya que Las adaptaciones solo las publico de
lunes a viernes.
Los jueves (Como hoy) estarán los maratones de Amor
Destinado que son 7 capitulos, porque “supuestamente” c: subo la nove "todos los días" (? Me parezco a HolaSoyGerman diciendo “Subo videos todos los viernes”
JAJAJA (?
Y los Viernes se publicaran los maratones
de Solo negocios que son 3 capitulos porque solo se darán de viernes a
domingos.
¿Captan? C:
Si no entiendes
déjalo en un comentario y también deja tu twitter o correo electrónico lo que
se te haga mas fácil y te explico… las dejo con los 5 caps.
Beso.
Sofi (Sof_pi): no se si has leído sagas
que tengan un libro 1.5 pero es como un Prologo,
si, eso, imagina que es un adelanto de lo que será la Saga, y en First
Frost (El libro 1.5) Lali explica como
llego a la Academia Mythos y como conoce a el candente Espartano Peter Lanzani. Y no solo eso si no que
también dice de la muerte de su mama, que tiene mucho que ver con la historia
c:… y si, es un libro UN LIBROOO, y es como el principio por eso se llama 1.5
porque es como una pequeña parte del primer libro que comienza hoy con 5
capitulos… Espero que hayas entendido (? Empece hablando de una cosa y termine
hablado de la muerte de la mama de Lali (En
el libro eh! No en la vida real (?) ok, disfruta del cap… QUE BUENOO QUE TE
HAYA GUSTADOOOO C: .
(Por cierto empezaremos a tener fotos en los caps.)
Twitter: @AnglesCasi.
Blog: abetterworldlaliter.blogspot.com
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Capitulo 1
—Conozco tu
secreto.
Eugenia Suarez
se inclinó más cerca del espejo sobre el lavabo y puso otra capa de gloss rosa
pálido en sus labios, ignorándome deliberadamente en la manera que todas las
chicas bonitas y populares hacían.
En la manera que
todos hacían en la Academia Mythos.
—Conozco tu
secreto —repetí en voz más alta.
Me aparté de la
estatua de una Ninfa del mar contra la que había estado apoyada, paseando hacia
la puerta que guiaba fuera del cuarto de baño de las chicas, y lo cerraba.
Podría no preocuparme quién sabía el pequeño y sucio secreto de Euge, pero estaba
de acuerdo en apostar que ella lo haría antes de lo que pensábamos. Este era el
por qué me había asegurado que todos los puestos de blanco mármol estuvieran
vacíos y esperé a que el resto de las amigas de Euge dejaran sus sitios en el
sofá acolchado en la esquina antes de acercarme a ella.
Una vez Euge
estuvo satisfecha de que sus labios estuvieran brillantes con un alto lustre,
metió el tubo en las profundidades de su bolso de tamaño grande rosa Dooney
& Bourke. A continuación, sacó el cepillo y se cepilló su suaves y dorados
mechones. Aún ignorándome.
Crucé los brazos
sobre mi pecho, apoyada contra la puerta, y esperé. Las intrincadas figuras
altas de Guerreros y Monstruos tallados en la pesada puerta de madera
presionaban contra mi espalda, pero ignoré los extraños bultos y sacudidas. Los
doscientos dólares que había conseguido por este trabajo significaban que podía
afrontar ser paciente.
Después de otros
dos minutos, cuando su pelo había sido cepillado una docena de veces y se dio
cuenta que actualmente no me estaba, ya sabes, yendo, Euge finalmente se dignó
a girarse y mirarme. Sus ojos negros miraron mis pantalones, la camiseta
gráfica, la sudadera con capucha morada de cremallera, y soltó un pequeño
bufido de disgusto, obviamente ofendida de que no llevara el último diseño como
ella. Que no estuviera a la moda parecía darle una palmadita a ella y sus
amigas que sí iban.
Aparentemente,
el tema de hoy había sido los rombos, porque los patrones estaba en cualquier
cosa que Euge llevaba, desde la sudadera de cachemira a su falda negra plisada
a las medias negras y rosas que mostraban sus piernas. El contraste de colores
claros y oscuros la hacía perfecta, la piel ámbar parecía mucho más luminosa.
Así como el brillante brillo de labios.
—¿Conoces mi
secreto? —repitió Euge, una burla creció en su voz—. ¿Y qué secreto sería ese?
Así que la
Valquiria quería ser mocosa. Ningún problema.
Sonreí.
—Sé que tomaste
el brazalete encantado. El que Nico Riera iba a darle a Leta Gaston como un
regalo de irás-al-baile-de-bienvenida-conmigo.
Lo arrebataste de su escritorio en su dormitorio ayer cuando te estaba ayudando
con tu luminoso papel de inglés.
Por primera vez,
la duda parpadeó en los ojos de Euge, y la incredulidad llenó su cara bonita
antes de que fuera capaz de esconderla. Ahora, ella me estaba mirando
—realmente me miraba — intentando averiguar quién era y qué quería. Después de
un momento, sus ojos se estrecharon.
—Tú eres esa
chica Gitana —murmuró Euge—. La que ve cosas.
Esa chica Gitana.
Así es cómo todos en la Academia Mythos me llamaban. Principalmente porque era
la única Gitana atrapada aquí en esta escuela para fenómenos Guerreros Mágicos.
La chica de clase media cuya extraña habilidad había aterrizado aquí entre los
ricos, populares, y sin lugar a dudas poderosos. Como Euge Suarez, una
consentida, mimada aspirante a princesa que también era una Valquiria.
—¿Cuál es tu
nombre? —preguntó Euge—. ¿Lila? ¿Lola?
Guau. Estaba
impresionada que ella incluso supiera que comenzaba con L.
—Lali —la dije—.
Lali Espósito.
—Bueno, Lali
Espósito —dijo Euge, volviendo su atención a su bolso— . No tengo ni idea de lo
que estás hablando.
Su voz y su cara
ambas eran tan suaves como el dorado y plateado espejo delante de ella. Podría
incluso haberla creído, si sus manos no hubieran apretado el trozo más pequeño
cuando puso su cepillo de vuelta en su bolso. Si no hubiera conocido cuán bien
mentían las chicas como ella.
Justo lo bien
que todos podían mentir.
Alcancé dentro
de mi mochila gris y saqué una bolsa de plástico. Un pequeño encanto plateado
con forma de rosa brillaba dentro. También podría haberle mostrado una bolsa
llena de bote por la manera que Euge visiblemente retrocedió.
—¿Dónde… dónde
conseguiste eso? —susurró ella.
—Nico no había
terminado de poner todos los dijes en el brazalete de Leta cuando te lo mostró
durante tu sesión de tutoría ayer por la tarde —dije—. Encontré este detrás de
su escritorio en su dormitorio. Se cayó allí cuando agarraste el brazalete y lo
metiste en tu bolso.
Euge soltó una
risa, aún manteniendo la actuación.
—¿Y por qué haría algo así?
—Porque estás
loca por Nico. No quieres que le pida salir a Leta. Le quieres para ti.
Euge se
desplomó, sus manos cayeron hacia uno de los lavabos que estaban trazados en
línea en la pared debajo del espejo. Sus dedos se curvaron alrededor de los
plateados grifos, los cuales tenían la forma de la cabeza de la Hidra, antes
deslizándose hacia el lavabo. Sus uñas con manicura francesa peleaban a través
del blanco mármol, y las pálidas chispas rosas de Magia salían de sus dedos.
Euge sólo podría tener diecisiete años como yo, pero las Valquirias eran
increíblemente fuertes. Sabía que si ella quería, Euge Suarez podía arrancar el
lavabo de la pared más fácil que Hulk.
Quizá debería
haber tenido miedo de la Valquiria, de las chispas rosas de la extraña
princesa, y especialmente de su fuerza y lo que me podía hacer con ella. Pero
no lo tenía. Ya había perdido a una de las personas que más me importaban. Todo
lo demás se apagaba en comparación con eso.
—¿Cómo sabes
todo eso? —preguntó Euge, su voz apenas un susurro.
Me encogí de
hombros.
—Porque, como
expusiste, veo cosas. Y tan pronto como encontré este dije, supe que fuiste tú
quien tomó el brazalete. —No le dije a Euge nada más sobre mi don Gitano, sobre
mi habilidad para saber la historia de un objeto sólo con tocarlo, y ella no
preguntó.
En su lugar, la
Valquiria siguió mirándome con sus ojos negros. Después de treinta segundos de
silencio, tomó algún tipo de decisión. Euge se enderezó, alcanzó su bolso una
vez más, y sacó su billetero. Este hacía juego con el diseño de su bolso.
—Está bien —dijo
ella—. ¿Cuánto costará que me des ese dije y olvides todo esto? ¿Cien dólares?
¿Dos?
Esta vez, mis
manos fueron las que se apretaron en puños. Ella estaba intentando comprarme.
No había esperado nada menos, pero el gesto aún me enfadaba. Como todos los
demás en la Academia Mythos, Euge Suarez podía afrontar lo mejor de todo. Unos
pocos cientos de dólares no era nada para ella. Se había gastado mucho más en
su alucinante bolso.
Pero unos pocos
cientos de dólares no eran nada para mí. Eran ropas y comics y un móvil y una
docena de otras cosas por las que chicas como Euge nunca tendrían que
preocuparse.
—Nico ya me pagó
—dije.
—¿Y? —dijo
ella—. Te pagaré más. Cuánto más quieres.
—Lo siento. Una
vez doy mi palabra a alguien, la mantengo. Y le dije a Nico que encontraría el
brazalete encantado para él.
Euge ladeó la
cabeza hacia un lado como si yo fuera alguna extraña criatura que nunca había
visto antes, algún Monstruo Mitológico disfrazado como una chica adolescente.
Quizás era estúpida, por no tomar el dinero que estaba tan de acuerdo en darme.
Pero mi madre no habría tomado el dinero de Euge, no si ella ya había hecho la
promesa a alguien más. Mi madre, Majo, había sido Gitana, justo como yo. Con un
don, justo como yo.
Durante un
momento, mi corazón dolió con la culpa y la nostalgia. Mi madre se había ido, y
la echaba mucho de menos. Sacudí la cabeza, para empujar a un lado el dolor.
—Mira, sólo dame
el brazalete. Eso es todo lo que quiero. Eso es todo lo que euge quiere.
Los labios de
Euge se tensaron.
—¿Él… él lo
sabe? ¿Qué tomé el brazalete? ¿Y por qué?
—Aún no. Pero lo
sabrá si no me lo das. Ahora mismo.
Abrí la parte
superior de la bolsa de plástico y la levanté hacia ella. Euge miró a la rosa
encantada brillando dentro. Se mordió el labio rosa, manchando sus dientes de
rosa, y apartando la mirada.
—Bien —murmuró
ella—. No sé ni siquiera por qué lo tomé en primer lugar.
Yo lo hice
porque había brillado en Euge cuando había tocado el dije. Tan pronto como mis
dedos habían rozado la rosa plateada, una imagen de la rubia Valquiria había
saltado en mi cabeza. Había visto a Euge sentada en el escritorio de Nico,
mirando el brazalete, sus dedos tensos alrededor de los eslabones de metal como
si quisiera romperlo en dos.
Y había sentido
las emociones de la otra chica, también, la manera de la que siempre hago
cuando toco un objeto o incluso a otra persona. Había sentido el calor de Euge,
pulsando celosamente porque Nico estuviera pensando pedir salir a Leta. La
caliente, suave y gaseosa pérdida de cabeza que Euge tenía por Nico, a pesar
del hecho de que él era un total Holgazán y ella era parte de la multitud
popular. Su fría y dolorosa desesperación era porque a ella no le gustaba nadie
que el resto de sus amigos esnob aprobaran.
Pero no le dije
a Euge nada de eso. Al menos la gente conocía mi don y las cosas que veía y
sentía, a lo mejor.
Euge sacó el
brazalete de su bolsa. Nico Riera podría ser un Holgazán, pero tenía dinero,
también, lo cual era por lo que el brazalete era algo pesado y caro cargado con
una docena de dijes que tintineaban juntos. Las uñas de Euge pelearon con uno
de los dijes, un pequeño corazón, y más chispas rosas de Magia fluyeron como
luciérnagas en el aire.
Levanté la bolsa
otra vez, y Euge tiró el brazalete dentro. Cerré la parte superior y até el
plástico, con cuidado de no tocar la joya. No quería otro desliz que mostrara
la psique de Euge Suarez. Al principio casi me había hecho sentir lastima por
ella.
Pero cualquier
simpatía que pudiera tener por Euge desapareció cuando la Valquiria me dio una
fría y altiva mirada que para muchas chicas significa que antes ella la había
perfeccionado.
—Cuéntale a
alguien esto, Lali Espósito, y te estrangularé con esa fea sudadera con capucha
morada que llevas. ¿Me comprendes?
—Seguro —dije en
un agradable tono—. Pero podrías retocarte antes de ir a tu siguiente clase,
Euge. Tu brillo labial te ha manchado.
Vale entendi:)
ResponderEliminarMuuy bueno el cap:)
Te comento en el ultimo para no tener que comentar en todos:)
#Soo
ResponderEliminar@Sof_Pi
Se me olvido poner la firma:)